Así que en el 2004 caí en una anemia bastante grave, pero mi conciencia me decía que no era posible si yo comía mejor que las personas que vivían a mi entorno, sabía desde mucho antes, que la carne no era ideal y después en la carrera conocería lo que ¨había detrás¨ de la producción animal. Pero aún así estaba yo en un estado grave de salud, así que me vi en la necesidad de iniciar un camino de investigación y a cuestionarme por qué las verduras me habían fallado pues no era un camino viable para mi volver a comer carne. Durante 6 años descubrí lo que ¨había detrás´ de la producción de verduras, frutas, cereales, miel, carnes y todo lo que llamamos alimentos naturales, y con que¨ había detrás¨ me refiero a la producción en campo y me encontré con una realidad inesperada para mi, una mujer que había crecido en una ciudad alejada completamente del origen de los alimentos.
Conocí la existencia de los agro-tóxicos, sustancias sintetizadas a partir del petróleo para matar, eliminar y fulminar a los insectos y a las malezas, que son plantas, pero que el agricultor no quiere que crezcan ahí pues le hacen competencia o le estorban a su cultivo de interés. Pero resulta que esos productos matan, eliminan y fulminan la vida, vida de la que nosotros somos parte, y no solo matan insectos llamados plagas, matan el suelo, matan árboles, plantas, abejas y así poco a poco a nosotros nos van enfermando. Y no nos matan porque las dosis que llegan a nosotros a través de una manzana o un jitomate no son mortales, pero si son tóxicas.
Y ni hablar del daño que le hace al agricultor quien aplica el agro-toxico, la mayoría de las veces sin conocer el peligro que implica para su salud, sin el equipo adecuado, desconociendo que la actividad que realiza le dañará el sistema nervioso, endócrino, generarle esterilidad o malformaciones en sus descendientes, se ve a mujeres embarazadas aplicar éstos productos en los campos, a niños beber agua de los botes vacíos de agro-tóxicos y a los campesinos con poca protección aplicando productos etiquetados como altamente tóxicos.
Mi cuestionamiento en ese momento desembocó en
¿Cómo es posible que nadie esté hablando de esto?
Y claro que había personas hablando de ello pero se escuchaban muy poco o estaban en espacios no muy concurridos.
Así que nosotros empezamos a hablar de ello en las ciudades, empezamos a sembrar huertos urbanos, a abrir mercados dando espacio a los productores en diversas ciudades, fuimos a las escuelas, organizamos cursos de capacitación y gota a gota informamos sobre ésta realidad... estamos hablando del año 2006 al año actual.
Y el movimiento orgánico parecía tomar fuerza, parecía que en la ciudades entendíamos que lo orgánico no era lo llamado natural, que era en sí regresar a la tierra, regresar al origen, regresar a sembrar realmente libre de tóxicos y que para ello había que comprometerse a buscar, a elegir y a consumir productos que cuidaran nuestra salud, la del productor y la de la tierra.
Hasta que desde el mismo movimiento nos empezamos a destruir, a robarnos los clientes, a robarnos los mercados, a robarnos las ideas, a mentir al consumidor confiado y comprometido, a vender gato por liebre, a desconocer nuestra bandera de una vida sustentable, a pensar que era más fácil revender cualquier cosa ¨natural¨ y que nadie se daría cuenta, a anteponer el dinero sobre la salud de los demás.
Y es ahí cuando desde Bosque de Agua dijimos alto, esto no está bien, nosotros no queremos esto, no estamos aquí para esto, estamos aquí porque tenemos un bandera clara y con ella la de la honestidad. Y así empezamos a profesionalizar nuestro trabajo en la certificaciones, en la verificación desde los campos hasta los tianguis, y muchos se molestaron, productores y clientes, muchos se fueron, abrieron sus propios mercados con una bandera falsa, con argumentos falsos... y fue decepcionante y duro el proceso... pero en nosotros vive una sonrisa de tener la conciencia tranquila y saber que aunque somos pocos los que nos quedamos, somos congruentes de lo que queremos dejar a las futuras generaciones, nuestros hijos y los tuyos.
A la par la producción y el consumo de alimentos orgánicos fue tomando fuerza, y hay quien piensa que es por moda y otros atestiguamos que es por salud, porque nos vimos intoxicados y no solo por la alimentación, pero en gran parte por ella.
Ahora hay alimentos orgánicos en todas partes, ojalá que si lo sean, y ahí está en interés y el instinto del consumidor consciente por descubrir que ¨hay detrás¨.
Hay proyectos valiosos, pioneros en agroecología y también proyectos de reciente surgimiento, nos motiva conocerlos y aprender de ellos, llegando a entender que cada uno tenemos algo que sumar si el enfoque está en que cada ser humano tenga el derecho de alimentarse sanamente y vivir en un ambiente limpio. Y aunque la tarea es grande, somos muchos con miles de posibilidades.
Gracias por leer, Giselle Buchán.
Proyecto Bosque de Agua A.C.